Una gran feria del libro en épocas de necesidades urgentes

Miles de entrerrianos visitaron una de las propuestas culturales más importantes del litoral. Paraná Lee fue un éxito atravesado por la crisis y la decisión de comprar un libro o resguardar el dinero para sortear la diaria

Por Pablo Felizia

La feria del libro de Paraná congregó a miles de visitantes que durante los cuatro días que duró recorrieron la Sala Mayo de punta a punta. Más de 70 expositores y escritores de renombre le dieron el marco. Es una propuesta que crece cada año y ya lleva 13, es un espacio que debe ser defendido. En esta oportunidad estuvo atravesada por las necesidades urgentes: comprar alimentos, pagar las tarifas, los alquileres, los gastos diarios; y eso entró en contradicción con la posibilidad de comprar un libro. Se vendió, pero no en la magnitud de la cantidad de personas que asistieron. 

Las ferias de libros, más con las características populares como la de Paraná, son siempre un termómetro, marcan el momento. La magnitud de visitantes con familias enteras que la recorrieron mostró por un lado la necesidad de que estos espacios sean defendidos y se mantengan con el paso del tiempo. Recorrer, conocer qué se escribe y quiénes, hablar de literatura, de los libros en general y en particular, ir al encuentro con los demás, eso fue la feria, eso es Paraná Lee y lo es desde sus primeras ediciones hace más de una década. La organización, a cargo de la Editorial Municipal recogió el agradecimiento de los expositores, requirió de esfuerzo y dedicación y se notó.

La feria fue la oportunidad para que los paranaenses se encuentren con un conjunto de ideas escritas, de historias, de literatura. No hace falta aquí y ahora hablar de la importancia del hábito de la lectura, lo damos por hecho y en ese sentido el objetivo de la feria estuvo logrado, siempre será un momento feliz festejar la palabra.

Dicho esto, también estuvo presente la otra cara. A veces los precios de los libros están por encima de las posibilidades. En otros momentos se podían comprar dos o tres o más y saber que se los tenía ahí en caso de emergencia de lectura. Para quienes tienen el hábito, poder contar con los libros que se quieren leer es casi el pan de cada día. Salvo algunas excepciones puntuales, no fue así. Y a esto lo sabemos porque nos dedicamos, hablamos con cientos de personas durante los cuatro días, como en cada feria. 

Pero además, estas instancias son siempre la oportunidad para las primeras lecturas o para volver a recuperar el hábito. Y también costó la venta para aquellas personas que llegaron a la feria con esas ideas. 

Veíamos a madres o a padres que a lo sumo les compraban un libro a sus niños, pero ya no lo hacían para ellos como en otras oportunidades. O a jóvenes que decididos a leer determinado libro, en lugar de comprarlo le sacaban una foto a la portada con sus celulares para tenerlos presentes en un futuro posible. Desde ana Editorial vendimos un 20% menos que el año pasado, pero el año pasado vendimos un 56% menos que en 2023 y la oferta de títulos, las obras nuevas y el trabajo que hacemos –sabemos– es el mismo o en todo caso hubo hasta un mayor esfuerzo por alcanzar los objetivos trazados. 

Alguna vez, una escritora nos dijo que la venta de libros marca un momento social y político: si un trabajador  o trabajadora no puede comprar un libro –ir al cine, pagar la entrada a un recital o recorrer muestras de arte– con su salario, hay algo que no está bien. La feria del libro de Paraná seguirá, es un espacio que defenderemos en conjunto a pesar de las necesidades urgentes porque también nos merecemos poder ir al encuentro de otros y de la palabra escrita.  

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