El gobierno del presidente Javier Milei alinea a la Argentina bajo los intereses de Estados Unidos, Inglaterra e Israel y pone en riesgo la soberanía y el territorio en un contexto de disputa global por el Atlántico Sur
La soberanía de nuestro país está en juego. Estados Unidos jerarquiza su posicionamiento militar en el paso interoceánico entre el Atlántico Sur y el Pacífico. China, por su parte, busca concretar un puerto de gran capacidad en Tierra del Fuego para avanzar así en su penetración en la región. Es una zona estratégica para asomarse a la Antártida y disputarle a Inglaterra sus pretensiones.
El gobierno del presidente Javier Milei ha dado numerosas pruebas de que está decidido a seguir los designios de Estados Unidos, del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte e Israel. Es una decisión estratégica de carácter militar que trasciende lo político, lo económico y lo diplomático, e involucra a nuestro país en esa disputa entre las potencias.
Por eso, el discurso del presidente del 2 de abril fue contundente y decisivo para esos objetivos. Tuvo lugar, tal como lo dimos a conocer en este medio, en el monumento a los caídos en la Gesta de Malvinas, en Buenos Aires. Allí, en presencia de sus funcionarios más cercanos, oficiales de las Fuerzas Armadas y de Seguridad y un pequeño grupo de veteranos de guerra, se pronunció en favor del reconocimiento al falaz derecho a la autodeterminación de los británicos ocupantes de Malvinas. El monumento donde dio el discurso reivindica la soberanía argentina, el heroísmo de quienes combatieron y los derechos de nuestro país a la integridad territorial.
Desde entonces, hay quienes buscan diluir las responsabilidades del presidente Javier Milei sobre esta política desmalvinizadora a partir de todo lo que las administraciones anteriores no hicieron. La falta de una política de Estado, desde 1982 a la actualidad no es un argumento que sirva para disimular la política antinacional de liquidación de la unidad territorial y de disolución nacional que lleva adelante el gobierno de La Libertad Avanza.
La ocupación de las Islas Malvinas tiene su asentamiento más importante en la base militar de Monte Agradable. Para Malvinas, la política de Inglaterra es imponer el derecho a la autodeterminación. Respetar, como dijo el presidente Javier Milei, su “deseo”. No les importa que este falaz argumento haya sido rechazado una y otra vez por las Naciones Unidas. Es el proyecto político de constituir un “Estado Falkland”. Hay investigaciones que demuestran que desde estas posiciones, el país ocupante pretende apropiarse de todo el Sector Antártico Argentino y parte del Chileno.
Pero hay más. En Malvinas, la empresa israelí Navitas Petroleum, participa del saqueo de nuestros recursos hidrocarburíferos, junto a Inglaterra. Solo alcanza con poner el nombre de la petrolera en un buscador y las noticias e informaciones sobre sus objetivos aparecen una y otra vez. Israel también es proveedor de armamentos modernos para sostener la ocupación colonial. La injerencia israelí en el Atlántico Sur es un factor que debe tenerse en cuenta en el escenario de agresión contra nuestro país, en lo que respecta a los territorios usurpados, y de disputa con otras potencias que también buscan tener presencia y capacidad militar en el Atlántico Sur-Pacífico Sur y Atlántico Sur-Índico.
No puede dejarse de lado que China posee una base militar en Neuquén que administra la Agencia Estatal China de Lanzamiento, Seguimiento y Control General de Satélites, un organismo que depende del Ministerio de Defensa de China. Otra base similar, aunque menor, está instalada en la provincia de San Juan.
Hasta donde se pudo conocer, Estados Unidos pretende la construcción de una base de submarinos, habrá que continuar su estudio. El Atlántico Sur quedaría bajo una pinza militar entre Monte Agradable (Mount Pleasant) y la Base en Tierra del Fuego. En esta provincia, en Tolhuin, está el radar de la empresa LeoLabs. Es una versión rastreadora de los radares producidos por esta empresa. Es uno de los nueve que la firma opera mundialmente.
Debe sumarse a estos progresos militares, de inteligencia estratégica y saqueo de nuestros recursos naturales, las empresas de estos países, que operan en todo el teatro del Atlántico Sur. Cabe mencionar que el nuevo embajador británico en Argentina es David Cairns, vicepresidente de la empresa anglonoruega Equinor, una de las beneficiarias del loteo de las riquezas argentinas a manos de distintas empresas extranjeras. La última mala noticia de la administración de La Libertad Avanza, fue la renovación del acuerdo de seguridad con Inglaterra de la que ya dimos cuenta semanas atrás.
Disgregación nacional
Las políticas estratégicas del presidente Javier Milei y de La Libertad Avanza liquidan toda posibilidad de independencia y crean condiciones para la disolución nacional: destruye la industria, la ciencia, la técnica y la cultura como basamento de la disgregación territorial. Lo que otros analistas llaman la “balcanización de Argentina”. Cuenta a su favor con numerosos sectores que ven con agrado el estallido de la Argentina, transformándose en varias republiquetas dóciles.
Es un proyecto, como dijimos en otra oportunidad, de matriz rivadaviana: secesión territorial y subordinación a la especulación financiera. Fue Rivadavia quien desechó la unidad de las Provincias Unidas de Suramérica, al desentenderse de las provincias altoperuanas que habían sido parte de la declaración de la independencia en Tucumán. Y luego operó en la secesión de la Banda Oriental, la actual República Oriental del Uruguay, hecho que nunca aprobó el Libertador José Gervasio Artigas.
Esa disgregación nacional abunda en la extranjerización de nuestras tierras. Estas vastas extensiones extranjerizadas se constituyen en verdaderos Estados dentro del Estado Nacional, socavando la capacidad soberana y de autonomía de nuestro país; se estima en 20 millones de las mejores tierras en manos extranjeras para la especulación. Son tierras que deben ser entregadas en propiedad a los productores en calidad y cantidad de acuerdo a la zona productiva. Recuperando las tierras de seguridad de fronteras, donde el Estado radique numerosas nuevas ciudades que vinculen la producción del campo con la industrial y estas con la defensa nacional, siguiendo las enseñanzas de los ejércitos patrios, en particular la que desarrollaron Belgrano, Güemes, Artigas y San Martín.
Una huella
La propuesta del presidente Javier Milei de retrotraer a la Argentina a las condiciones de principios del siglo XX, oculta que en aquella época más del 90% de la población era pobre, sin trabajo digno, con salarios suficientes, sin acceso a la educación, la salud y a la vivienda.

El camino para salir de tanta miseria y tanta entrega, lo enseñaron los padres fundadores. El problema está en hacer realidad el Acta de la Independencia de 1816, de conquistar una patria libre de todo dominio extranjero, sin amo viejo ni amo nuevo.
Un cambio que implique el nacimiento de un nuevo Estado Nacional al servicio de los intereses del pueblo y de la patria. Un Estado que garantice el trabajo y la producción nacional, la ciencia, la técnica, la cultura, la educación, la salud. Un Estado en el que sea el pueblo el que decida qué se produce, cómo se produce y cómo se distribuye lo que se produce, para que todos los que habitan el suelo argentino disfruten de las riquezas que generan, y no un puñado de beneficiados que, al tiempo que se súper enriquecen, llevan a los paraísos fiscales los dineros del pueblo al que privan de todo bienestar.
Con su lucha, el pueblo descubrirá el origen de sus males y encontrará las soluciones que le permitan acabar con las cadenas que lo oprimen. Lo ha hecho a lo largo de la historia. En 1806 y 1807, en 1810, durante las largas guerras por la independencia. En 1845, en las convulsiones de principios del siglo XX. El 17 de octubre de 1945. El 2 de abril de 1982. En diciembre de 2001.
El desafío es, en definitiva, recuperar el patrimonio nacional, establecer la soberanía popular y garantizar la independencia argentina.

