Desde El Quebracho, el joven de 26 años convirtió su vida en música a pesar de las dificultades. Tocó en Pasión de sábado y quiere subirse a los grandes escenarios de la provincia. La clave: el acompañamiento de su familia
Por Vicente Suárez Wollert
El Quebracho es un pequeño paraje rural ubicado a 15 kilómetros de Santa Elena, en el norte entrerriano. Sus calles tranquilas, rodeadas de naturaleza, son testigo de historias sencillas pero profundas, como la de Ángel Arellano, un joven de 26 años que, a pesar de las dificultades, convirtió su vida en música. Ángel es no vidente desde niño, pero su discapacidad nunca fue un obstáculo para desarrollar una pasión que lo identifica: tocar el acordeón.
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