Con espíritu de camaradería, la institución renovó sus autoridades y reafirmó su compromiso con la vida social, cultural y deportiva de la ciudad. Se proponen nuevos desafíos sin perder su identidad
Por Pablo Felizia
Un grupo de hombres se reunió en el Club del Progreso. Tenían las actas, los números, todo anotado y con prolijidad bajo las luces tenues del salón. Al costado, las mesas de billar estaban tapadas por una cuerina, no era una mañana de juegos. Iban a renovar las autoridades y buscarle la vuelta para hacer crecer una institución que atravesó diferentes crisis económicas y momentos políticos a lo largo de las décadas; a pesar de todo lograron mantenerla en pie y en buen estado. Es uno de los símbolos de la ciudad, ubicado en el casco central, por Urquiza antes de llegar a Buenos Aires.
Jorge Luján es el presidente saliente y José Alberto Piedrabuena ya está al frente del club. Es que tras la entrevista de El Telégrafo de Entre Ríos asumieron las nuevas autoridades.
Los mandatos en el club son por dos años y entre la comisión saliente y la entrante se prometieron ayuda y acompañamiento para seguir adelante. Fue un acto de camaradería, al menos así lo hicieron sentir.
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