Miles de productos enlatados fueron enviados por trabajadores del Frigorífico de Santa Elena a las tropas de Malvinas. Recuerdos de una producción histórica en una ciudad que recuerda a sus patriotas
Por Vicente Suárez Wollert
Abril de 1982. Humeante y en constante tensión, el Frigorífico de Santa Elena llevaba adelante las habituales producciones bajo una de las últimas firmas comerciales con las que comercializó la planta: Safra, marca representativa de la Sociedad Argentina de Frigoríficos Regionales Argentinos. Santa Elena, una comunidad de arraigada tradición trabajadora y vinculada profundamente con la industria cárnica, no fue ajena a la guerra. Entre quienes fueron movilizados a la Costa Atlántica se contaron numerosos santaelenenses. Cincuenta y un jóvenes vecinos, para ser precisos, de los cuales cinco combatieron en territorio y uno falleció en combate. La ciudad los despidió con angustia y fervor por la patria, y los recibió con gratitud. Sin embargo, la contribución de Santa Elena a la contienda no solo se limitó a enviar soldados. El directorio de la fábrica recibió una solicitud de las Fuerzas Armadas para colaborar con la provisión de las tropas argentinas, preparando enlatados especiales para alimentar a los soldados durante el desarrollo de la guerra.
Horacio Capozzolo, presidente de Safra en aquel momento, comunicó al vice-director a cargo de la planta santaelenense, Italo Correnti, la necesidad de incrementar las horas de trabajo del personal para cumplir con la demanda extra de carne compactada. Este alimento, fundamental para la subsistencia de los combatientes, fue distinguido con etiquetas de color verde y un mensaje impreso de aliento al pueblo que envió 51 almas a la guerra.
“Los obreros también fueron camaradas de esa gente porque nosotros desde acá participamos en la guerra, porque pertenecemos a la logística que tenía en ese tiempo el Ejército Argentino, de asistir con comida a esos soldados”, destaca un ex trabajador del sector de enlatados. La rutina en la fábrica cambió drásticamente: se implementaron turnos adicionales y muchos trabajadores dormían en las instalaciones para cumplir con la demanda. La comunidad entera se volcó a la tarea con un sentimiento de unidad pocas veces visto.
En diálogo con El Telégrafo de Entre Ríos, la primera nota sobre Santa Elena tuvo por protagonistas a Lucía y Enrique, matrimonio de ex obreros de la carne, que recordaron especialmente aquella producción: “Muchos íbamos a trabajar con las escarapelas puestas. Dormíamos un rato incluso en la planta y volvíamos al trabajo para cargar barcos y camiones cuanto antes. Y nos quedó energía para ir al muelle y a las calles a despedir al cargamento. Vimos a madres y padres preparando bolsitas especiales, con cartas y ropa para sus hijos con la esperanza de que les llegue. Es imposible no recordarlo y emocionarse”.
El impacto de la guerra también se sintió en la administración local. Carlos Aloy fue, en dos períodos no consecutivos, Comisionado o Interventor, designado por las Fuerzas Armadas para garantizar algún grado de institucionalidad en la comunidad. Durante algunos meses de 1972 primero, y de 1981 a 1983, el municipio estuvo a su cargo. A mediados de abril de 1982 recibió una nota de la Junta Militar:
“Como Usted ha de saber, hubo que elaborar prontamente producciones fuera de los procedimientos y componentes habituales, que demandó el esfuerzo de todos los niveles de la planta”, señala la comunicación y añade: “Debe estar orgulloso de los trabajadores que integran esta comunidad, que ante un requerimiento para ayudar a reafirmar la soberanía de una parte del Territorio Nacional no escatimaron el esfuerzo común para dar cumplimiento a la tarea encomendada”.
Muchos de los jóvenes movilizados reconocieron las producciones de su pueblo natal en los campamentos y trincheras en tierras lejanas. Leían las cartas de sus vecinos, se abrigaban con alguna manta tejida en su ciudad y encontraban en aquellos alimentos enlatados un pedazo de su hogar. Enseñaron sus recetas a sus compañeros y contaron las maravillas de su lugar en el mundo, un rincón del país al que, afortunadamente, lograron regresar.
Una emotiva fotografía del mes de agosto los muestra sonrientes, posando con una torta a la que añadieron la frase “Bienvenidos a casa”. El sabor agridulce del retorno, el reconocimiento de los suyos y, a su vez, la marca imborrable de la derrota los acompañó siempre, incluso durante la inauguración del monumento a orillas del río Paraná. En el marco del 150° aniversario de la comunidad, el pueblo homenajeó a los 51 convocados, recordando también a aquel que no regresó a su hogar, entregando medallas y reconocimientos.
La memoria de Malvinas sigue viva en Santa Elena. La ciudad fomenta la presencia de los excombatientes en espacios institucionales y significativos para la localidad, con charlas en escuelas y momentos de sensibilización sobre la causa. El pasado 2 de abril, la ciudad realizó el acto conmemorativo oficial, contando con la presencia de quienes, vecinos de ayer y hoy, cargan el mismo sentido de patriotismo y orgullo por la defensa de la soberanía. En cada palabra, en cada mirada, en cada gesto de homenaje, se renueva el compromiso de mantener vivo el recuerdo de aquellos días en que Santa Elena fue parte fundamental de la historia.
Pie 1: Monumento inaugurado en 2023.
Pie 2: Bienvenidos a casa. El regreso de los soldados.
Pie 3: Prendas del soldado santaelenense Nelson Talone.
Pie 4: Credencial del Santaelenense Luis Cardozo.