Santa Marta: la cábala, la fe y el corazón de todo un barrio

Cada 29 de julio, en Santa Elena, una procesión, una cancha y una historia de comunidad se entrelazan entre la devoción religiosa, la pasión futbolera y las memorias compartidas; una tradición que no deja de latir

Por Vicente Suárez Wollert

En 1951 Santa Elena aún no contaba con autoridades propias. Dependía de decisiones externas incluso para cuestiones básicas como entrar o salir del pueblo. Sin embargo, el crecimiento sostenido de la ciudad trajo consigo la aparición de los primeros barrios, con su particular modo de ser, sus costumbres y, sobre todo, su identidad. Uno de esos sectores, que supo consolidar su nombre con el paso de los años, fue el barrio Santa Marta.

Aunque se desconoce el motivo exacto de esa denominación, todo indica que podría haber estado influenciado por el primer párroco de la ciudad, el padre Fidel Olivera, figura clave en la construcción comunitaria, espiritual y cultural del lugar. Hombre de profunda fe y compromiso, no solo dejó su huella en la parroquia, sino también en el corazón del barrio: fue autor del himno que los vecinos aún recuerdan con emoción. “Alcemos un canto / que llegue hasta el cielo / llevando en su vuelo / las preces del barrio”, repiten cada año como plegaria y celebración.

Pero el 29 de julio de 1951 no fue solo una fecha religiosa. Ese día quedó fundado el Club Social y Deportivo Santa Marta, institución que, con humildes instalaciones de ladrillo y techo de chapa, empezó a escribir su propia historia. Una cancha prolijamente mantenida, un letrero sencillo y una comunidad detrás fueron suficientes para forjar un club con raíces firmes y sueños grandes. Su primer presidente fue Orlando Tadey, y desde entonces, el lugar no dejó de crecer.

El club no solo forjó identidad barrial. También regaló al mundo futbolístico dos nombres de peso: Wilfredo “Willy” Caballero, arquero que vistió la camiseta de la Selección Argentina y actualmente se desempeña como asistente técnico del Chelsea Football Club; e Ismael Blanco, delantero de extensa trayectoria nacional e internacional, hoy radicado nuevamente en Santa Elena. Ambos dieron sus primeros pasos deportivos en esta institución que supo mezclar humildad y talento.

La figura de Santa Marta, según la tradición cristiana, fue amiga de Jesús y hermana de Lázaro y María. Jesús la reprendió en una ocasión por preocuparse en exceso por las tareas domésticas, y por eso, se la considera patrona de quienes realizan quehaceres del hogar. En Santa Elena, su devoción tiene un giro particular y profundamente local: un pequeño oratorio frente al Club —cuya conservación está siempre a cargo de los vecinos— es epicentro de una procesión anual que conmueve.

Cada 29 de julio, la imagen de Santa Marta parte desde ese lugar hacia el cementerio de la ciudad. No se trata de una caminata cualquiera: es un recorrido emotivo que atraviesa calles y memorias. Allí, en el camposanto, se construyó en 1961 una capilla en su honor, gracias al aporte voluntario de vecinos que quisieron tener un espacio para el recogimiento y el adiós. Curiosamente, esta santa “destronó” a la tradicional Virgen de los Dolores como figura central del cementerio, una rareza en las costumbres devocionales locales, que da cuenta de la fuerza simbólica de Santa Marta en el barrio.

La capilla cumple desde entonces una doble función: oratorio para los creyentes y lugar de responso para los difuntos. Es, también, testigo de todos los sentimientos posibles que vinculan a una comunidad con sus raíces, sus pérdidas y sus esperanzas.

El barrio, las familias, el club, la capilla: todo forma parte de una misma trama. Una red emocional y simbólica que fue creciendo al calor de las celebraciones, los duelos, los encuentros, las rivalidades deportivas y las tradiciones populares.

En el terreno del deporte, el Club Santa Marta vivió momentos de gloria, acogió reuniones sociales, impulsó nuevos talentos y amplió su propuesta con el correr de los años. Pero además, dejó su huella en el carnaval de la ciudad: legendarias murgas y los recordados toros de papel maché —que corrían por el corsódromo improvisado haciendo reír y asustar a grandes y chicos— formaron parte de sus iniciativas culturales más coloridas. En la actualidad, se proyecta recuperar aquella tradición festiva de cara al carnaval 2026, como una forma de honrar el legado y seguir construyendo comunidad desde la alegría.

El vínculo entre el club y la capilla no es casual: ambos reflejan las dos veredas de la vida. Una, la del juego, la competencia, la pasión deportiva. La otra, la del silencio, la oración, la despedida. Pero en el centro, siempre el barrio: con sus vecinos, sus historias compartidas, sus formas de recordar y de celebrar.

Cada julio, cuando la imagen de Santa Marta vuelve a recorrer las calles, algo se renueva en Santa Elena. No es solo una festividad. Es el reflejo de lo que somos cuando creemos, cuando nos reunimos, cuando apostamos por un nosotros que se construye con esfuerzo, con fe y con memoria.

Desde la administración del Cementerio Municipal informan que el día 29 de julio, a las 16, tendrá lugar la celebración religiosa en la capilla. En el acceso a la necrópolis estará disponible una muestra de arte de la artista María del Carmen Rausch y una exposición histórica con elementos del Club Santa Marta.