Una ciudad que se fue expandiendo en territorio, en creencias, cultura y relatos envuelve a sus habitantes en una especie de niebla que solo el tiempo disipará. El eco de otros tiempos golpea puertas y ventanas
César Luis Penna – Crónicas de un heavy metal
Escuchando la radio un recuerdo se desbloqueó y me llevó a cuando todo era nuevo en el barrio Paraná V y no teníamos calles sino caminos de tierra, que atravesábamos todos los días para ir a la escuela. Por varios años nos cruzamos con ofrendas a vaya saber quién, que siempre involucraba a una gallina, velas, flores y otras cosas. Al principio nos daba miedo, pero con el tiempo lo vimos como parte del paisaje. Claro que a todos nos daban la misma recomendación: “Miren pero… ¡No toquen nada!”. Como ocurre en muchos lugares cada familia es un mundo, y nadie decía nada, solo se saludaba de lejos con ese mantra aprendido por generaciones (bien, bien… ¿Usted?) y eso era todo, nadie era capaz de decir: “Medio mal porque nos pasa esto”, comentario que hubiera ayudado a más de uno. El chisme siempre fue solo de puertas adentro, por lo que nunca se supo quien lo hacía ni por qué; ni la presencia de los canales de televisión trajo un poco de luz al tema. Todo lo vivido en aquella época dio lugar a muchas historias que han perdurado en el tiempo y tienden a repetirse.
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